martes, 20 de noviembre de 2012

E READERS PARA CACHAR ALUMNOS TRAMPOSOS

Publicado por Ana Cecilia Escobar el Mié, 14 de Noviembre de 2012, 14:47 pm

Las trampas escolares ya no son lo que eran. Pero esto no significa lo que estás pensando. Sería fácil asumir que ahora es más fácil dada la gran cantidad de material en línea esperando ser copiado y pegado y los varios servicios dispuestos a escribir ensayos escolares por pequeñas cuotas. Sin embargo, al igual que los gobiernos usan Google y Twitter para espiar a sus ciudadanos, los profesores pueden aprender a emularlos con herramientas digitales. Las lecturas en e-readers son la nueva frontera de la vigilancia escolar, la nueva herramienta para profesores que disfrutan su puesto en el panóptico.

Allan Jacobs escribió una crónica sobre su experiencia de más de dos décadas como profesor y los cambios en materia de identificación de fraudes. En los años 80, estos representaban un enorme reto, pues si bien un profesor podía darse cuenta por el vocabulario y sutilezas del texto, que no podía ser de la autoría del alumno, comprobarlo era mucho más complejo. En algunas raras ocasiones el ensayo robado era bien conocido, en otros algún colega lo identificaba y en otras más la única respuesta era dejarlo pasar, pues la alternativa era pasar largas horas en la biblioteca buscando la fuente original.

Con el advenimiento de la era de Internet, la oportunidades para hacer trampa se incrementaron, pero también las herramientas para descubrir a los farsantes. El desarrollo clave fue la llegada de Google, que hizo posible buscar las frases más fuera de lo común en tareas sospechosas y encontrar las fuentes fácilmente.

Sin embargo, los estudiantes son listos y aquellos con un poco de dinero en el bolsillo empezaron a pagarles a otros por hacer sus tareas. Y eso es imposible de rastrear porque no existe hasta que el escriba mercenario lo forma por encargo. Entonces ubicar un ensayo fraudulento se complica un tanto, pero no por eso se acaba la esperanza. Los profesores pueden pedir que sus estudiantes envíen sus tareas como un archivo adjunto en Word, en donde pueden consultar el “tiempo total de edición.” Si este es de menos de tres minutos, para un ensayo de 3,000 palabras el autor tendrá mucho qué explicar.

Pero la vigilancia no para con escribir textos, sino con leerlos. Es común que en vez de leer, los alumnos consulten Wikipedia o SparkNotes para aprenderse el resumen.

¿Cómo combatirlo? Con CourseSmart, una compañía que publica versiones digitales de libros de texto y cuya herramienta “tiempo total de lectura” observa mientras los estudiantes leen, luego le reporta al profesor. En el informe aparece cuánto tiempo pasaron leyendo, cuántas páginas vieron, cuántas notas tomaron y si destacaron algún fragmento. Al final, cada elemento resultará en una calificación por estudiante.

Los estudiantes pueden elegir no ser observados por CourseSmart, a lo cual el profesor puede preguntarle ¿Por qué quieres salirte, tienes algo qué esconder? Y asunto arreglado.

Por muy maravilloso que parezca el sistema, la eterna persecución alumno-maestro no parece tener fin. Siempre habrá una manera de torcer las reglas y hacer trampa. Por eso muchos maestros creen en un sistema sin calificaciones ni tareas, ni aprendizaje orgánico…aunque sus alumnos no se lo crean.

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