miércoles, 28 de noviembre de 2012

Un juego de Google podría ser la primera aplicación de realidad aumentada que triunfe

Ingress, al que de momento solo se puede acceder con invitación, es complicado pero muy adictivo y dará a la empresa aún más información sobre tu localización exacta.



La política no me suele interesar demasiado, pero hace poco me uní a la Resistencia, luchando para proteger al mundo de la invasión de una extraña forma de energía descubierta hace poco. De hecho, esta semana me he pasado horas protegiendo el territorio de la Resistencia y atacando al enemigo.


Tranquilos, solo se trata del sombrío mundo de ciencia ficción retratado en un nuevo juego para teléfonos inteligentes creado por Google y llamado Ingress. Sin embargo, Ingress no se parece a una aplicación para jugar normal. Hasta cierto punto tiene lugar en el mundo real: hay distintos aspectos del juego que solo se revelan cuando llegas a lugares físicos en el mundo real.

En el universo Ingress, el descubrimiento de la denominada 'materia exótica' ha divido a la población en dos grupos: los Ilustrados, que quieren aprender a controlar el poder de esta energía, y la Resistencia, que se opone a este cambio. Los jugadores escogen bando y después se pasean por su ciudad, recogiendo materia exótica para mantener sus escáneres cargados y tomando el control de portales emisores de materia exótica para poder conquistar más terreno para su equipo.

El juego, que en la actualidad solo está disponible para usuarios de teléfonos inteligentes con Android que hayan recibido una invitación para participar, me pareció sorprendentemente adictivo, sobre todo teniendo en cuenta mi apatía habitual hacia los juegos.

Pero lo que resulta más interesante sobre Ingress es lo que sugiere sobre los planes de futuro de Google, que parecen girar en torno a encontrar nuevas formas de ampliar su alcance para pasar del buscador en tu portátil a los aparatos que llevas encima a todas horas. El objetivo tiene mucho sentido si tenemos en cuenta que la publicidad en línea tradicional –el sustento de Google- podría acabar siendo eclipsada por la publicidad móvil basada en la geolocalización.

Ingress lo ha creado un grupo dentro de Google llamado Niantic Labs, que es el mismo equipo que hay detrás de otra aplicación basada en la geolocalización lanzada hace poco.

Google recopila un auténtico botín de información sobre dónde vamos y qué hacemos mientras jugamos a Ingress. También debe ver el juego como una forma de explorar posibles aplicaciones para Project Glass, el ordenador de realidad aumentada basado en unas gafas que la empresa empezará a enviar a los desarrolladores el año que viene. Ingress no requiere un accesorio colocado en la cabeza, usa la pantalla de tu teléfono inteligente para mostrar una vista en forma de mapa de tu entorno en vez de una realista. Aún así, es adictivo y es probable que haga que muchas más personas se interesen por la realidad aumentada basada en la localización o por lo menos en los juegos de realidad aumentada.

A pesar de su enfoque futurista, Ingress tiene un aspecto pseudorretro, con un mapa de tintes oscuros que domina la pantalla y un sencillo triángulo azul parpadeante que indica tu posición. Yo solo podía ver unas pocas manzanas a la redonda, lo que significaba que tenía que andar y explorar para poder avanzar en el juego.

Hubo un momento en que no sabía lo que estaba haciendo y no me ayudaba el hecho de que Ingress no incluyera ningún nombre de calle. Los nuevos usuarios llevan a cabo una serie de ejercicios de entrenamiento para aprender la mecánica básica del juego, como capturar un portal, hackearlo para obtener objetos como resonadores (que controlan dichos portales), crear enlaces de materia exótica entre portales para construir un campo de control triangular que aumenta la seguridad de los miembros del equipo en la zona y disparar un XMP (un 'arma de campo de energía no polarizada', según el glosario) a un portal controlado por el enemigo. 

¿Os parece confuso? A mí sí.

Sin embargo, seguí adelante con la esperanza de que si seguía jugando, tendría más sentido. Empecé a vagar buscando portales. Los portales se encuentran en lugares públicos. En San Francisco, la ciudad en la que estaba jugando, eso incluye lugares destacados como museos, estatuas y murales. Los portales de la Resistencia son azules, los de los Ilustrados son verdes y también quedan algunos grises ahí afuera que nadie ha reclamado aún.

Encontré un enlace a un mapa más grande del mundo de Ingress al que pude acceder a través del navegador de mi teléfono inteligente e hice una lista de los objetivos que tenían mejor pinta y que estaban cerca. Quizá planificar tanto va en contra del espíritu explorador del juego, pero hizo que Ingress resultara mucho menos confuso (también existe unapágina web que ofrece pistas sobre el juego y su mitología).

Con mi plan en la mano, salí hacia los portales que tenía en mi lista, todos en los barrios Soma y Centro de San Francisco. Conseguí capturar dos portales nuevos en Yerba Buena Gardens –uno en una estatua de Martin Luther King Jr. y otro en la parte de arriba de una cascada- y enlazarlos.

Al otro lado de la calle, delante del Museo Judío Contemporáneo, pirateé un portal Ilustrado y disparé una XPM hacia él, debilitando sus resonadores. Rápidamente, me atacaron. Huí, pensando que no sería capaz de tomar el portal solo.

Pocas horas después, gran parte de mis avances fueron desechos por un miembro de los Ilustradores (Ingress tiene el detalle de enviar notificaciones por correo electrónico de estas cosas). Me sorprendió lo muchísimo que me cabreé. Quise recuperar esos portales para la Resistencia, pero llovía a cántaros y se estaba haciendo tarde.

Jugar a Ingress fue mucho más divertido de lo que esperaba y a juzgar por la entusiasta charla que tenía lugar en el chat del juego, me quedó claro que no era el único enganchado.

Al volver de una reunión no pude evitar pararme a ver dónde había portales, metiéndome en un callejón para atacar uno cercano a mi oficina. Después me descubrí estudiando un mapa más grande en el ordenador del despacho, analizando la distribución de portales y campos de control en los alrededores de San Francisco.

Resulta que mis padres viven en una zona controlada por los Ilustrados. Así que supongo que me pasaré el fin de semana atacando portales enemigos en mi pueblo.

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