miércoles, 27 de noviembre de 2013

Siete cosas que debes saber sobre las Google Glass

Debemos dejar claro que, a pesar de que Letizia Ortiz las haya puesto de moda, nosotros ya nos habíamos probado las Google Glass en Londres. No es que queramos presumir, es que al César lo que es del César, y a nosotros lo que vimos en la Google House.

Las gafas de Google, por ahora un prototipo, circulan ya por medio mundo. Están en manos de desarrolladores escogidos con pulcritud para cargarlas de usos y aplicaciones que puedan descargarse una vez salgan a la venta. Pero ese día aún no sabemos cuándo llegará. Así que de momento, y para que se nos vaya haciendo la boca agua, resolvemos algunas dudas:

1. Las Google Glass no son (sólo) para ver mejor, son para escuchar mejor. El aparato se compone de una batería, un altavoz, un sensor de vibración de cuerdas vocales, un Smartphone y lo que se considera, propiamente, la glass, formada por un prisma colocado con pericia milimétrica, una sombra de luz que impide que la visibilidad se vea afectada por la luminosidad exterior y un recubrimiento que las hace repelentes al agua. La pantallita se coloca un poco por encima de nuestro ojo derecho sin obstruir la visión lineal.

2. Las Glass no están emancipadas, de momento, sino que se vinculan a un teléfono
La aplicación MyGlass sincroniza las gafas por bluetooth con cualquier Smartphone y guarda en él todo el contenido que se genere: fotografías, videos… También se puede hacer el camino inverso y unir las aplicaciones que tenemos en el teléfono a la gafa, o elegir sólo las que nos sean útiles.

3. Las Google Glass sólo hablan inglés
Al menos de momento. Para ser exactos, hablan inglés con acento americano tirando a californiano. Teniendo en cuenta que la mayor parte de las instrucciones han de darse por voz, aconsejamos practicar desde ahora el “OK Glass” con el que comienza cualquier orden. Paciencia, ya sabemos que el mundo anglosajón nos domina de momento. Y tranquilidad, en caso de pánico a la gafa también se la dirige dando golpecitos en la patilla o arrastrando el dedo en horizontal y vertical por ella.

4. Todos aquellos que sufrimos de problemas en la vista nos echamos las manos a la cabeza cuando algún avance tecnológico implica ponernos dos ojos adicionale.
La nariz y las orejas se resienten, y la pinta que tenemos da pena. Google Glass es, de momento, una de esas gafas que hay que instalar sobre las que ya portamos. Sin embargo tanto en la Google House como en Google España comentan que se está trabajando en unas nuevas Glass que encajen en la patilla de los anteojos que muchos ya llevamos incorporadas. Si una vez hechas consiguen pasarle el truco a los del 3D les estaríamos tremendamente agradecidos.

5. La comunicación en redes sociales es el epicentro de la tecnología hoy en día
Por eso las Google Glass facilitan mucho la captura de imágenes y videos cortos con el objetivo de compartirlos instantáneamente. Gracias al reconocimiento de voz y sin necesidad de teclado, las gafas permiten el envío de correos electrónicos o la realización de llamadas sin necesidad siquiera de un clic.

6. A día de hoy son pocos los elegidos para poseer un ejemplar, y todos se arriman a ellas con voluntad investigadora
Así encontramos aplicaciones en desarrollo que nos indican cómo hacer una receta en el momento exacto en el que estamos con las manos en la masa, pero también utilidades puramente científicas, como el experimento llevado a cabo hace un mes por el doctor Pedro Guillén, quien realizó una cirugía pionera con las gafas puestas, asistido por dos médicos de Estados Unidos y Europa y conectado con 300 centros de todo el mundo. El programa Google I/O acerca las Google Glass a los desarrolladores, mientras que el llamamiento titulado #ifihadaglass (“si tuviese unas gafas”) selecciona a participantes a nivel usuario.

7. Las Google Glass nacen tras la idea de evitar que la interacción social se vea mermada por la inclusión de pantallas entre tu persona y la de tu colega
El hecho de que en vez de un teléfono sea una gafa no parece cambiar mucho nuestras costumbres de siglo XXI, pero sí que puede lograr que, en un concierto, los diez malditos que tenemos delante dejen de subir las cámaras y los móviles para grabar una actuación que los de detrás sabemos que se va a ver mal y escuchar peor en Youtube. Para eso sirve la tecnología, para hacernos el día a día un poco menos irritable.

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