domingo, 23 de febrero de 2014

Abriendo la caja de unos Google Glass

 

Barbara Ortutay, periodista de The Associated Press especializada en tecnología, muestra unos Google Glass, el viernes 21 de febrero de 2014, en Nueva York.
  

BY POR BARBARA ORTUTAY
ASSOCIATED PRESS


NUEVA YORK -- La primera vez que estuve cerca de unos Google Glass fue hace casi un año, durante una conferencia de tecnología. Las personas que estaban utilizando el dispositivo eran como cibermiembros de un club elitista al que no me podía unir.

Ahora fue mi turno.

Recogí mi aparato el 24 de enero en el "campamento base" de Google Glass, una buhardilla iluminada, bien ventilada en el octavo piso del Chelsea Market de Manhattan. El lugar sirve como una sala de exhibición de producto y sitio donde los consumidores pueden concertar citas para aprender cómo utilizar el dispositivo.

En cuanto uno entra, inmediatamente es saludado por una recepcionista sonriente... que usa unos Google Glass.

Hay lentes exhibidos en la pared, gente paseando con estos ciberanteojos puestos y espejos donde uno puede ver cómo le lucen. Había flujo constante de novatos en el uso del dispositivo que, como yo, estaban ahí para recoger sus lentes por primera vez o para recibir ayuda para resolver problemas en el uso de éstos.

No pude evitar hacer comparaciones con la ciencia ficción y con la serie de televisión Viaje a las Estrellas, mientras que al mismo tiempo me sentía como una conservadora por hacer eso ¿Qué tal si las cosas son así de simples?

Los Google Glass están aún en lo que la compañía califica como "fase de exploración", lo que significa que todavía no están disponibles al público en general. Eso ocurrirá más tarde este año. Por ahora, se trata de un club que sigue creciendo conforme más y más gente es invitada —ya sea por el propio Google o por personas que ya tienen unos— que compraron el dispositivo por 1.500 dólares.

Nunca pensé comprar los lentes con mi propio dinero. Pagar la renta es lo primero. Vacacionar en la playa es lo segundo; y a pesar de ser una reportera especializada en tecnología, los dispositivos electrónicos costosos rara vez están entre mis 10 prioridades.

The Associated Press compró un par y yo planeo compartir mis impresiones en una serie de despachos en los próximos meses.

Estoy interesada en las especificaciones técnicas del dispositivo, pero me emociona más la idea de explorar las reacciones culturales y sociales de los Google Glass.

¿Me dará vergüenza usarlos en público? ¿Me veré como una imbécil? ¿Una cibernética? ¿Es cierto que distrae menos la atención en una conversación que un teléfono inteligente, como insisten los apóstoles de Google Glass? ¿Cambiarán el mundo, como lo hizo el iPhone? ¿Realmente valen lo que cuesta un mes de renta?

La primera vez que vi unos Google Glass fuera de los círculos de tecnología fue a inicios de enero, cerca de mi oficina. Dos tipos de veintitantos años con pantalones vaqueros ajustados estaban parados frente a mí en un cruce peatonal. Los lentes de uno de ellos eran de color azul cielo y él estaba moviendo la cabeza de arriba debajo de una manera exagerada.

"¿Okay Glass, qué hora es?", preguntó. "¿Okay Glass, qué hora es?"

Miré mi iPhone para revisar la hora. La luz del semáforo cambió. Me quedé con la duda de si el hombre logró saber qué hora era.

Después de hacer el pedido por internet, pude haber decidido que me enviarán por correo los lentes, pero recogerlos en el campamento base tenía sus ventajas: significaba que estaría ahí un amigable empleado de Google con sus lentes especiales puestos para observarme abrir la caja y explicarme lo básico para configurar y utilizar el dispositivo.

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