viernes, 21 de noviembre de 2014

La Universidad de Princeton diseña unas lentillas de realidad aumentada

lentillas_realidad_aumentada 

Un equipo de investigadores de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) ha desarrollado unas lentes de contacto de cinco capas capaces de proyectar imágenes sobre los ojos. Las han fabricado mediante impresión 3D y el resultado es una suerte de Google Glass en versión lentillas. 

 El proyecto, que está financiado por las Fuerzas Áereas de Estados Unidos y ha sido realizado bajo la dirección de Michael McAlpine, está todavía en fase de pruebas y sus desarrolladores advierten que aún deben comprobar que los materiales utilizados no sean dañinos para el ojo humano y determinar el voltaje exacto de la señal lumínica. Aún así, es un paso importante en la construcción de estructuras tridimensionales que integrar en el cuerpo humano.

El propio McAlpine señala que la industria de la microelectrónica tradicional está, efectivamente "muy avanzada en la construcción de aparatos 2D", y pone como ejemplo las pantallas planas de televisores y smartphones. Lo que ofrece la impresión 3D, añade, "es una tercera dimensión que puede ser utilizada para cosas todavía inimaginables como, por ejemplo, estructuras tridimensionales que pueden ser integradas en el cuerpo humano".   

En esta ocasión lo que han hecho en la Universidad de Princeton es utilizar una impresora 3D también diseñada por ellos mismos para fabricar unas lentillas compuestas de cinco finas capas que se convierten en una especie de nano pantalla LED en la que pueden proyectarse imágenes.
Para ello han utilizado materiales semiconductores de nanopartículas inorgánicas, una matriz elástica y polímeros orgánicos que actúan como material de transporte de carga, además de cables de metal sólido y líquido y de una capa de polímero transparente que es la que sostiene todos los elementos anteriores. 

La inserción de estos elementos y de las finas capas, la parte más difícil del trabajo de acuerdo al propio equipo de científicos, ha sido posible precisamente gracias a la impresión 3D de un aparato que, eso sí, ha costado la friolera de 20.000 dólares y se ha tardadpo 2 años en fabricar

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