Las Navidades están a la vuelta de la esquina y, con ellas, llega también el periodo de mayor consumo del año. Después de tres años de boom en la innovación y quizá por la crisis económica, el año que cerramos se ha revelado como el más conservador de la década. Los teléfonos apenas ofrecen nuevas funciones, los estándares de resolución se encuentran estancados y tecnologías como el 4G siguen sin llegar al gran público.
No obstante, las compañias tecnológicas tienen que cuadrar sus balances, y para ello nos están inculcando la necesidad de algunas tecnologías que no solo están inmaduras, sino que, en algunos casos, están ya abocadas a la desaparición, como es el caso de Windows 8 o las Google Glass. Repasamos aquí los seis sistemas que debe evitar regalar en estas fiestas.

TELEVISORES 4K

Un clásico. Se lo dijimos a finales de 2013 y se lo repetimos hace unas semanas: el mundo aún no está preparado para el 4K. Nadie duda de que en el futuro sea una resolución estándar, como lo es ahora el 8K en el cine de animación, pero en estos momentos se asemeja más a una trampa para osos. El principal problema es que los expertos recomiendan pantallas de entre 55 y 70 pulgadas para notar alguna diferencia con el Full HD. 
Una película en 4K ocupa 160 Gb., lo que significa tiempos de descarga de días
Esto conlleva una barrera de entrada enorme para el usuario, que se ve obligado a desembolsar más de 1.500 euros por un producto de primera o segunda generación que en dos años será una reliquia. Por debajo de ese precio se penaliza el procesador de imagen, generando ese efecto de píxeles gordos que muestran las televisiones de gamas bajas cuando se enfrentan a contenidos en resolución baja. Si buscan un escalado decente, cíñanse a los modelos más ambiciosos de Samsung, Sony o LG. Y preparen la cartera.
También es acuciante la escasez de contenidos; en televisión no hay nada (está Canal+ 4K, de pago y solo vía satélite, y TVE tiene un canal en pruebas que apenas emite en 4K real) y los formatos físicos, como DVD o el Blu-ray, no tienen suficiente capacidad para albergar una película en ultra alta resolución. Solo quedan los escasos servicios de internet, como Sony 4K Video Unlimited, que requieren un ancho de banda inconcebible (una película pesa en torno a 160 Gb.) en nuestro país. En resumen, si la compra ahora, gastará un dineral y tendrá que esperar al menos un año para acceder a los grandes catálogos.
Alternativa: Full HD y marcas con tecnologías de mejora de imagen propias.

IMPRESIÓN 3D

Otro clásico. Llevamos un par de años esperando a las impresoras 3D, y lo cierto es que estas Navidades tampoco podemos decir maravillas de su maduración. Las impresoras 3D siguen siendo caras, lentas y costosas de mantener. Basta ojear la tienda de Bq, que se distingue por lo ajustado de sus precios, para comprobar que la entrada a estos dispositivos supera los 1.600 euros. Cierto es que dispone de un modelo pelado de 500 euros, pero es apenas la estructura de la impresora y hay que montarla en casa.
Los gastos del modelado tridimensional son exponenciales: para una figura el doble de grande tendremos que usar una cantidad de plástico ocho veces mayor
Otro motivo para esperar es el precio -y la naturaleza- de los recambios, Mientras la impresión 3D industrial se ha embarcado en el uso de materiales como la cerámica o el metal, las impresoras domésticas siguen funcionando a base de plástico. Esto empobrece la calidad del producto y también nuestro poder adquisitivo, dado que las bobinas de calidad superan los 30 euros. A esto súmenle el hecho de que imprimirán en una dimensión más, de modo que una figura el doble de grande implicará un gasto en plástico ocho veces mayor.
Si el objetivo de estos dispositivos, como se nos vendió, es que cada domicilio disponga de una y que se valga de ella para fabricar piezas más asequibles, en este momento no tenemos ni siquiera una comunidad que comparta un amplio rango de modelados tridimensionales. Entiéndame, hemos alcanzado ese punto en el que pueden descargar cualquier busto de Star Wars, pero si se le rompe el interruptor de la luz tendrán que modelárselo ustedes mismos.
Alternativa: Kits de domótica basados en Raspberry Pi. 

WINDOWS 8

Si en junio les decía que era tarde para tropezar con Windows 8, imagínense ahora que Microsoft ha levantado acta de defunción. Más allá de las opiniones personales sobre el sistema operativo, que en mi caso son negativas, lo cierto es que el 21 de enero la compañía fundada por Bill Gates y Paul Allen dará carpetazo a su trayectoria comercial dos años después de su lanzamiento, haciendo de Vista un sistema longevo en la comparación.
Windows 8 será un sistema obsoleto en un mes; sin embargo, lo incluyen casi todos los equipos nuevos
Pero si compran un portátil o un sobremesa estas Navidades se encontrarán con que nueve de cada diez equipos vienen con Windows 8. En teoría los usuarios de esta versión podrán obtener la siguiente de modo gratuito, si bien no hay confirmación oficial ni sabemos si, en este caso, una versión Windows 8 Professional equivaldrá a su homóloga en el 10.
No se me ocurre un mejor momento para comprar un ordenador sin sistema operativo instalado, con el ahorro que ello supone, y valorar en unos meses si conviene el salto a Windows 10 o, por contra, Windows 7 o Linux nos siguen haciendo el apaño.
Alternativa: Ubuntu, Windows 7.

GOOGLE GLASS

Lo reconozco: los periodistas nos hemos pasado creando expectación en torno a las gafas de Google. No solo hemos sido nosotros, también Google ha inflado y posteriormente aflojado el globo, hasta el punto de que en suskeynotes ya apenas se hace referencia a ellas. La idea era buena, el respaldo inmejorable, pero parece que aún no ha llegado su momento.
Tras dos años y medio de prototipos y cambios en el desarrollo, las gafas ofrecen unas funcionalidades inaceptables: una batería de entre 3 y 5 horas, dependencia total del móvil, presuntos dolores de cabeza y un precio de 2.200 euros. Es cierto que ese monto responde a que Google no ha iniciado aún su comercialización masiva, pero también lo es que las posibilidades de que eso nunca suceda con el actual modelo son cada día mayores. No descartaría que la producción hasta la fecha quede para desarrolladores y que el usuario reciba un modelo distinto más adelante.
Alternativa: Esperar a Oculus VR.

RELOJES INTELIGENTES

Otro viejo conocido. Si estamos de acuerdo en que una de las próximas revoluciones de la electrónica de consumo pasa por una nueva tecnología para las baterías, el caso de los smartwatches es paradigmático: si no pueden obtener más energía, no sirven.
Hoy tu reloj cuesta 300 euros, pero mañana puede que lo regalen con un móvil
Durante los últimos doce meses hemos observado un avance en estos dispositivos, que incluso permiten hablar desde la muñeca, además de una moderación en los precios de venta al público. Algunos modelos han estado a punto de calentarnos la tarjeta de crédito, como el precioso Moto 360, si bien al final terminan pesando los criterios de utilidad y, en ese aspecto, los smartwatches aún están en pañales.
Es tan duro como suena: los relojes que hay en el mercado no sirven para casi nada. Mirar la hora, recibir alertas y poco más. Últimamente están tratando de ocupar el espacio de los monitores de actividad física, pese a que estos son más ecónomicos y tienen una autonomía mayor. Cabe, por último, señalar su rápida devaluación: cada semana surge un nuevo modelo, habitualmente mal concebido, que se vende por 300 euros un día y al siguiente, como pueden comprobar en la imagen superior, se regalan junto alsmartphone.
Alternativa: Monitores de actividad física tipo Jawbone.

DISCOS DUROS

Vaya por delante que comprar un disco duro hoy es tan buena o mala idea como ha sido siempre. No obstante, el entorno cambia más rápido que nuestras costumbres. A principios de la década pasada se popularizó el uso de discos duros externos, hasta el punto de que es complicado encontrar una casa que no tenga al menos uno. Sin embargo, si se fija, seguimos transfiriendo la información al disco a semejante velocidad que hace diez años. Sí, la evolución del USB ha puesto de su parte, pero los límites del almacenamiento magneto-óptico son cada día más evidentes.
Seguimos transfiriendo nuestros datos a discos externos a la misma velocidad que en 2005
Tan solo imagínese el drama que mencionábamos antes, el de transferir dos películas en 4K, unos 300 Gb., a un HDD. Hablamos de un proceso de varias horas que puede reducirse drásticamente con los discos sólidos o SSD. Son, a grandes rasgos, tarjetas de memoria flash enormes. También son diez veces más rápidos que los discos clásicos, prácticamente insonoros, consumen menos electricidad y es difícil dañarlos de un golpe fortuito.
Por contra, en igualdad de precios, un disco SDD ofrece un cuarto de la capacidad que otro HDD. Merece la pena, sobre todo equipado como unidad maestra en un portátil, donde eleva el rendimiento más de lo que cabría pensar. Si lo prueban, no volverán atrás.