viernes, 19 de junio de 2015

He probado HoloLens y no quiero volver atrás: por fin la realidad aumentada es alucinante

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Hace cinco años comencé a interesarme por la realidad aumentada y las posibilidades que ofrecía. Lo que empezó como curiosidad terminó siendo objeto de un embrión de tésis doctoral pero todo lo que veía y probaba me decepcionaba. No funcionaba del todo bien y la experiencia estaba muy lejos de donde querían llegar. Tras muchas pruebas y experimentos, Microsoft tiene todas las papeletas de ser la primera compañía en rozar la excelencia en la realidad aumentada y su nombre es HoloLens.
Si habéis seguido la actualidad del E3, sabréis que la demo que hicieron con Minecraft fue alucinante. Lo que vimos estaba preparado para que pudiéramos verlo en vídeo ya que de otra forma, si no tenemos las gafas, es imposible. Se veía increíble pero seguro que más de uno era escéptico sobre la calidad de las imágenes o el mapeo de nuestro punto de vista para mostrarnos todo de forma correcta. Lo que ha enseñado hasta ahora Microsoft no tiene ni trampa ni cartón. Lo he probado y solo deseo que ésta sea una tecnología de futuro. Os cuento mi experiencia.

La realidad aumentada que vas a querer probar

Cualquiera que nos viera por el E3 pensaría que estábamos haciendo cola para probar Halo 5. Desde fuera daba esa sensación pero sabía que íbamos a ver algo más. Estaba nervioso, sé que la demo iba de HoloLens pero no sabía muy bien cómo lo iban a integrar. Llega el momento, se abren las puertas, es nuestro turno. Pasamos a una sala preparada para dar la sensación de ser una especie de vestíbulo espacial. Nos sentamos, veo las gafas en una estantería. No son especialmente grandes pero sí dan la sensación de ser contundentes.
Mientras esperamos nuestro turno, la gente encargada de gestionar la demo nos pide que no hagamos fotos ni vídeo. Uno a uno nos van llamando y nos colocan las gafas. El cristal frontal es totalmente transparente y a pesar de llevar gafas de ver, encajan bien. Sin problemas. Son cómodas, algo pesadas pero en el rato que estuvimos con ella no fue frustrante
Por fin, la realidad aumentada es atractiva, fácil de usar y capaz de crear continuidad entre lo real y lo virtual.
En ese momento nos piden que sigamos un punto blanco. “¿De qué me está hablando?” pienso por un momento. No hay ningún punto blanco en ningún sitio. Espera, sí, con las gafas puestas aparece delante mía, flotando en el aire, un icono con la distancia a la que estoy alejado. Es como la interfaz de un videojuego pero en vez de manejar un avatar, soy yo el que se está moviendo.
¿Cómo funciona HoloLens? Delante de nuestros ojos tenemos una porción rectangular donde se superponen elementos virtuales sobre lo que vemos real delante de nuestros ojos. Si nos salimos del ángulo de visión de ese cuadrado no veremos nada pero la calibración es rápida y efectiva. Aunque nos movamos un poco y perdamos ángulo de visión, la experiencia es muy fluida y no se rompe la sensación de continuidad entre lo real y lo virtual.
Avanzamos, pasamos por una escotilla y vemos que, virtualmente, se abre y vemos un mundo que no existe: un campo con marines entrenando. Funciona bien, la integración es tan efectiva que dan ganas de asomarse y ahí nos damos cuenta de que el rectángulo en el que se proyecta todo es algo pequeño pero rápido aprendemos a movernos para no salirnos de esa zona de visión pero a la vezdesplazarnos físicamente para apreciar lo virtual desde un ángulo diferente.
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Pasamos a una mesa de reunión en la que se proyecta en nuestras HoloLens los enemigos a los que posteriormente vamos a hacer frente en Halo 5. Las gafas reconocen nuestra mirada y podemos dirigirla por la proyección para ir viendo detalles de los objetos. Por ejemplo. tenemos el render de una nave dando vueltas y podemos ir apuntando en varios sitios para obtener más información.

Microsoft no ha repetido el error de Natal

De nuevo, probamos a movernos, nos agachamos, giramos alrededor de la mesa para ver todo desde un ángulo diferente. La sensación no podía ser mejor, la vista no se cansa, las imágenes tienen muy buena resolución y lo más importante: todo queda fundido a la perfección. Por un momento nos olvidamos de que llevamos un aparato en la cabeza, algo curioso si tenemos en cuenta de que aunque no es muy pesado, el cristal que tenemos delante de nuestros ojos es gordo.
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Microsoft no ha querido cometer el error que tuvo en su día con Project Natal, más tarde conocido como Kinect. Lo que nos ha enseñado es lo que hay, sin trucos y eso hace que HoloLens sea un proyecto todavía más atractivo. La demo se me hizo muy corta y sé que pasará tiempo hasta que no vuelva a mis ojos pero si esto, y lo que hemos visto en vídeos, es el futuro: lo quiero ya.
Por supuesto, no todo el monte es orégano y hay algunas cosas en las que debe mejorar: las gafas siguen siendo un poco toscas y de cara al gran público puede ser una cortapisa. Son inalámbricas, algo que se agradece, pero no sabemos si la batería nos ofrecerá bastantes horas de autonomía. La zona de visión es algo pequeña en comparación con lo que vemos en un casco de realidad virtual. Ser un poco más amplio no le vendría mal y todo apunta a que hará falta un ordenador muy potente para hacerlas funcionar.
Todavía tiene para seguir creciendo y que se desarrolle contenido. A pesar de estar todavía en desarrollo, el hardware está muy maduro, tanto como las soluciones de realidad virtual que hemos visto en este E3. Ahora, de nuevo, solo falta que el contenido acompañe pero HoloLens ha sido, sin duda, de las cinco cosas más interesantes que he visto en la feria.

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