jueves, 17 de noviembre de 2016

¿Cómo transformar los datos en información y conocimiento útil?

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El surgimiento de ciudades con más de diez millones de habitantes es uno de los cambios más interesantes que están ocurriendo en el mundo. En 1991 había diez megaciudades, entre ellas la Ciudad de México. Para 2040, ese número subirá a más de 50, cuatro o cinco serán mexicanas y la mayoría de ellas estarán en países subdesarrollados. ¿Podremos avanzar hacia la creación de urbes inteligentes con redes de telecomunicaciones, sensores y dispositivos que hagan más eficientes los trámites burocráticos, la seguridad, el transporte y la administración de residuos?
El reto tecnológico se antoja formidable. Solo en materia de tránsito vehicular, la capital de México está situada en el lugar 135 en el Índice de Satisfacción del Conductor (el ranking de Waze toma en cuenta a 186 ciudades). Así pues, es una de las peores urbes del planeta en densidad y severidad de tráfico.
Se supone que cada día se generan 2,500 billones de bytes de datos. El reto está en cómo transformarlos en una estrategia efectiva para el desarrollo. Sabemos que los datos sistematizados generan información y que esta, procesada de acuerdo a algoritmos (secuencias lógicas), crea conocimiento. El conocimiento es la base de la riqueza y del valor agregado en la economía, y ya no está sujeto a la ley de los rendimientos decrecientes, sino que se multiplica exponencialmente a sí mismo conforme se acumula. A diferencia del capitalismo primitivo que dependía de la acumulación original del capital; hoy, cualquier empresa puede romper todos los récords a través de una sola innovación disruptiva, gracias a los avances tecnológicos.
En el futuro, cada día habrá más espacio para el talento, las ideas y el ingenio humano; mientras que las tareas que se realizaban manualmente serán llevadas a cabo por distintos aparatos, herramientas o dispositivos. Es un hecho que la realidad virtual está ofreciendo a los mercadólogos un medio para entregar experiencias multisensoriales, las cuales conjuntan imágenes, sonido y movimiento; la realidad aumentada mueve masas fuera de sus hogares –como Pokémon Go; y la inteligencia artificial ya va más allá de los robots e incluye al marketing automatizado y la predicción del comportamiento.
En este mundo de la innovación, sorprende encontrar todavía dentro de las primeras diez marcas del mundo a empresas de consumo masivo como Coca-Cola. De acuerdo con el estudio Best Global Brands, las marcas más valiosas son fundamentalmente de tecnología: Apple, Google, Coca-Cola, Microsoft, Toyota, IBM, Samsung, Amazon, Mercedes-Benz y General Electric. Apple y Google (combinadas) acumulan un valor de 312,000 millones de dólares y siguen avanzando velozmente. Facebook no tardará en alcanzar los primeros sitios, pues trae un ritmo de crecimiento anual fantástico (48 por ciento).
A pesar de los grandes avances tecnológicos, el reto sigue estando en cómo transformar los datos en información y conocimiento útil para la sociedad. Habría que preguntar a quienes nacieron entre 1980 y el 2000 ─conocidos como millennials si de verdad comparten una visión alterna de la realidad. Actualmente, constituyen la generación más numerosa en términos demográficos y tienen pleno acceso a la tecnología; sin embargo, son difíciles de definir en cuanto a ideales, estrategias políticas y conductas.
Los millennials son nativos digitales, grandes consumidores de contenidos y tienen mejores credenciales académicas que sus antecesores; pero, ¿de verdad conciben el internet y las redes sociales como herramientas de ciudadanía digital? ¿Les preocupa el cambio climático, la desigualdad social, la inequidad de género? ¿Luchan por la honestidad, la transparencia y la rendición de cuentas? ¿O prefieren evadirse, indignarse y movilizarse sin asumir sus responsabilidades?

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