domingo, 12 de noviembre de 2017

“La prensa perdió el control por el poder de las redes”

Para Steve Coll, ganador del Premio Pullitzer y decano de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia, la revolución digital es un escenario de retos y oportunidades.
Para Steve Coll, “la presión de la velocidad es parte de la historia del periodismo”. / Mauricio Alvarado - El Espectador
Las apreciaciones de Steve Coll sobre el periodismo y los medios de comunicación son motivo de atención de quienes hoy se dedican al oficio y los centenares de estudiantes que se preparan en las facultades de comunicación social del país. No es para menos, ha dedicado su vida al periodismo y ganó el Premio Pullitzer con el libro Fantasmas de la guerra: la historia secreta de la CIA, Afganistán y Bin Laden, en 2001. También fue nominado en 2009 con su investigación Los Bin Laden: una familia árabe en el siglo americano.
Desde sus primeros años como reportero del Washington Post, periódico estadounidense que celebró su aniversario número 140 este año, pasando por su rol como editor, trabajó hasta convertirse en un experto en temas internacionales después de cubrir desde Afganistán, India y Pakistán. De ese tiempo en países foráneos, culturas ajenas e historias que rompen fronteras le quedó un vasto conocimiento de la política internacional y el terrorismo.
Ahora es columnista de política internacional en The New Yorker y decano de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia, un espacio donde ha reflexionado sobre la tecnología, su papel en los medios y las responsabilidades de los reporteros en esta era de redes sociales, internet y grandes filtraciones de información. El Espectador habló con él durante su visita a Bogotá para la entrega del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.
Los blogs y las redes sociales han permitido que las personas informen y compartan contenidos, como lo haría un periodista. ¿Qué piensa de ese fenómeno?
Hay cosas buenas. La revolución digital permite a todos volverse personas que publican y destruir las barreras para entrar al periodismo, eso es democrático. No podemos discutir con nada que empodere a la sociedad a participar. El problema es que el periodismo ha perdido el control de su negocio por el poder de las redes sociales, pierden el control de la distribución de las noticias que están yendo a través de estas plataformas donde no se presta atención a la distinción entre lo que es un hecho y lo que es ficción. Los periodistas han sido forzados a distribuir información en estos ríos contaminados, plataformas que son muy poderosas. Sólo en Estados Unidos capturan el 90 % del mercado de la publicidad y en otros países no hay otra forma de distribuir información, excepto a través de Facebook.
La tecnología ha cambiado las dinámicas del oficio. ¿Cómo ve el contraste entre la forma en la que funcionaban antes los medios y la actualidad donde la rapidez es protagonista?
La presión de la velocidad es parte de la historia del periodismo, forma parte de lo que son las noticias. El modelo que todos debemos seguir es que es mejor ser correctos que primeros y entender cómo balancear precisión y contexto con la necesidad de salir pronto; es parte de ser un periodista profesional. Esa pregunta va más allá del problema de la velocidad, porque la nueva tecnología que está interactuando con el periodismo está cambiando las formas de ejercerlo y muchas veces creando oportunidades para hacer un mejor periodismo, por ejemplo, es la investigación, como un video 360°, la realidad aumentada y la inteligencia artificial.
La tecnología también implica más información, grandes filtraciones como Panamá y Paradise Papers. ¿Cuál es el reto de los periodistas ante las filtraciones?
Primero, la escala de la información donde es difícil encontrar algo si no se trabaja en equipo con periodistas que entiendan los contextos locales. Por eso se están dando colaboraciones entre redacciones de todo el mundo, algo positivo e impactante. El segundo reto es que en muchos casos no se sabe quién filtra estos bloques de información ni cuál es su motivación. Como vimos en 2016, resultó que los correos de la campaña de Hilary Clinton fueron hackeados para interrumpir las elecciones, fue algo disruptivo. Los hackeos anónimos pueden herir el periodismo si las organizaciones no saben cómo manejar la información.
¿Cómo lidiar con figuras públicas importantes, pero controversiales como Donald Trump y Nicolás Maduro?
La pregunta es, ¿tenemos que tomar un rol más activo? Es difícil para una sala de redacción hacerlo porque parece que estuviera politizando su trabajo, pero hay instituciones como las escuelas de periodismo y las organizaciones no gubernamentales que pueden hacerlo de una forma más fuerte.
Estudió el terrorismo a través del caso de Osama Bin Laden. ¿Considera que el terrorismo ha cambiado?
Como otras áreas, ha cambiado gracias a la tecnología. Ahora está relacionado con la habilidad de conseguir seguidores y tener influencia en el escenario digital, que contribuyó al crecimiento del Estado Islámico y su influencia en el mundo. Osama Bin Laden y Al Qaeda fueron parte de una era temprana de la tecnología, en la televisión y algunas publicaciones en la web, pero el Estado Islámico lo lleva a otro nivel, ahora podemos ver cómo es posible que pueda influenciar a individuos para que actúen y hagan cosas a pesar de que nunca conocieron a su líder.

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